5 similitudes entre la cerveza artesana y el vino
1-La cerveza artesana y el vino son alimentos ancestrales
Ambos son alimentos y ambos están vinculados desde el inicio a la historia de la humanidad. Se fecha el origen de la cerveza en el Neolítico, por los años 4.000 y 5.000 AC, y, qué casualidad, el vino también se data en esos ya lejanos momentos. Ambos cubren una necesidad humana, la de tener un alimento en formato líquido, que, además de alimentar, dé alegría al corazón. El vino estuvo siempre presente en las culturas de la antigüedad, en las celebraciones y también en las misas. De hecho, el cristianismo ayudó mucho a la propagación del vino por su uso en rituales. Asimismo, la cerveza nace junto con el pan para alimentar a los hombres. También se la relaciona con lo divino, ya que la fermentación se tuvo como un acto mágico en la prehistoria. La cerveza también se consideró bebida sagrada que complacía a los dioses y se usaba como ofrenda. Así pues, vemos que los dos son viejunos como el hombre mismo y responden a necesidades, que, sentimos informaros, no son nuevas: alimentarse, festejar y honrar.
2-La cerveza artesana y el vino son productos gastronómicos
Y como productos gastronómicos que son tienen infinitas posibilidades de maridaje. Tanto el vino como la cerveza se pueden beber y disfrutar solos, pero en compañía con un buen plato sus sabores exquisitos se multiplican y adquieren una cantidad mucho más grande de matices.
Hay muchísimos tipos de cerveza artesana, desde las más ligeritas Lager hasta las más potentes Porter o Imperial Stout ofrecen aromas y texturas radicalmente distintas, siendo un campo abonado para el maridaje. Con el vino, por supuesto, sucede una vez más lo mismo.
3-Las dos son bebidas fruto de una fermentación
Hay dos posibilidades para obtener alcohol a partir de un material natural, ya sea fruta (vino, sidra…), arroz (sake), cereales (cerveza) u otros: fermentar o destilar. La fermentación es un proceso natural que da bebidas con menor graduación alcohólica y la destilación con mayor porcentaje de alcohol. Tanto el vino como la cerveza son el resultado de una fermentación natural.
4-El vino y la cerveza envejecen estupendamente bien en barrica
Es sabido de todos la relación de amor que existe entre la madera y el vino: la madera pule y redondea lo que pudiera ser desigual en el vino, dándole aromas y notas peculiares dependiendo de los barriles, su origen y demás variables. Con la cerveza sucede lo mismo. Pese a que no es tan habitual como en el vino ponerla a envejecer en barrica se hace y de hecho es una «moda» que se está extendiendo cada vez, con resultados sorprendentes y agradables que os invitamos a probar. A veces se utilizan barricas de whisky, otros destilados o incluso vino con intención de darle otros sabores y lo consiguen, con un producto final espectacular.
5-Las dos son un reflejo de la cultura del lugar donde se hacen
Por supuesto no hacen igual el vino en Alemania que en Francia o en España. El producto final se empapa del clima, el terreno y el hacer humano que hay detrás. Lo mismito con la cerveza, oigan. Además, tradicionalmente la cerveza es entendida de un modo u otro dependiendo de la sociedad que la consume. Es bien sabido que los alemanes la consumen como alimento, de ahí que comúnmente se llame «pan líquido» y en cambio en Inglaterra está ligada a lo social, al compartir en el pub al final de la jornada laboral. De este modo, las clásicas cervezas alemanas tienen muy poca graduación y características propias del hecho de ser consideradas parte de la alimentación y en Inglaterra tengan poco gas y poco alcohol para tomar en grandes cantidades mientras están de cháchara y bla-bla que te bla-bla.
Con el vino sucede lo mismo, pese a que ambos productos están cada vez más cercanos y homogeneizados por los dictámenes del mercado. Aún así, siempre prevalece la idiosincrasia del lugar.
Esperamos haber reconciliado alguna que otra irreconciliable postura y que os sea más fácil amar y respetar ambas bebidas de calidad.
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