En el Penedès, se habla de la vendimia más temprana de su historia; en el Empordà, de uvas sanas y calidad excepcional. El Priorat respira tras dos años durísimos; en Navarra, mejoran los rendimientos, y en Rioja, una añada con menos producción pero de una calidad histórica.

Hay cosas que nunca cambian: la emoción de ver el viñedo lleno de racimos, el olor a mosto recién prensado, el madrugar para cortar la uva… Pero también hay cosas que sí: la producción, el clima, el estado de las uvas… La vendimia en España no es solo recoger uva: es cerrar un ciclo de trabajo, paciencia y riesgo. Es el momento en que productores y bodegas ven recompensado -o puesto a prueba- todo lo que hicieron durante meses.

Este 2025 la foto es curiosa: España rondará los 36,8 millones de hectolitros de vino y mosto, un 15% más que el año pasado. Buenas noticias, pero aún lejos de la media histórica. Y mientras tanto, el clima vuelve a ser protagonista: olas de calor, sequías en unas zonas, mildiu en otras, incendios en el noroeste… pero los viticultores han demostrado que no hay plaga ni tormenta que tumbe la ilusión de vendimiar.

Lo que está pasando en los viñedos

El clima ha vuelto a poner a prueba a las viñas. Donde las lluvias fueron generosas en primavera, el mildiu se coló con fuerza. Ahí está el ejemplo de Perelada, en el Empordà, que tuvo que vigilar cada cepa para frenar la enfermedad. El esfuerzo ha valido la pena: la uva ha entrado sana y la bodega confia incluso en aumentar la producción, entorno a un 25% respecto a 2024.

En cambio, donde la sequía fue la protagonista, como en el Priorat, la historia se cuenta de otra manera. Solo han caído 250 litros en todo el año, pero bien repartidos, lo justo para que las viñas se alimenten. Proyectos como el de Casa Gran del Siurana respiran aliviados tras dos campañas durísimas. Este año, la producción del Priorat se recupera y la calidad permitirá que la uva se exprese en toda su pureza.

Lo cierto es que las altas temperaturas a partir de junio adelantaron tijeras en media España. En el Penedès, se habla de la vendimia más temprana de su historia. Los racimos, eso sí, han sorprendido: mucha calidad y un 75% más de producción que en 2024, que fue una añada realmente mala. Las graduaciones alcohólicas vienen un poco más altas, pero dentro de lo que la DO Cava admite. Una campaña que pinta brillante para los espumosos.

Pero si hay una palabra que define la vendimia 2025, esa es resiliencia. En Rioja, el mildiu castigó todo el ciclo y se espera un 12% menos de uva. Sin embargo, el resultado puede ser histórico: una madurez fenólica acompasada con la de azúcares, como en las vendimias de antes. Menos vino, sí, pero con el estilo elegante y fresco que tanto echábamos de menos. Bodegas como Viña Salceda habla de añada histórica que originará vinos de calidad excepcional en toda la gama, pero especialmente en los vinos de paraje.

En el noroeste, la batalla no fue contra los hongos ni contra la falta de agua, sino contra el fuego. Los incendios de este verano dejaron cicatrices en Galicia y en el Bierzo, pero también ejemplos de resistencia. En Monterrei, Casal de Armán logró salvar su cosecha. El humo fue un enemigo real, pero la rapidez y el cuidado han permitido que la uva llegue sana a la bodega.

Y mientras unas regiones pelean contra mildiu, sequía o fuego, otras escriben páginas nuevas. En Navarra, la vendimia se adelantó una semana, con rendimientos que mejoran y una calidad que ilusiona en Finca Legardeta (Chivite), a pesar de las olas de calor de agosto.

Más al sur, en Ronda, la vendimia trae un aire distinto: el renacer de variedades olvidadas. Este año ha vuelto a dar fruto la Melonera, una uva rarísima, casi extinguida, que demuestra que la vendimia también es diversidad y memoria.  

Al final, todo esto es lo que hace única la vendimia: que cada región tiene su propia batalla, su propio milagro y su propio relato. La vendimia es el momento más bonito del año porque lo resume todo: el esfuerzo, la incertidumbre, la belleza y la promesa. Este 2025 nos deja menos miedo y más ilusión.

Y a los winelovers nos toca lo fácil: esperar unos meses para descorchar la historia que está naciendo ahora mismo en cada racimo. ¡Brindemos por eso!