Existe un país, a veces olvidado, bañado por el Océano Atlántico y fronterizo con España. Portugal mantiene una gran cantidad de castas (variedades de uva) autóctonas, consiguiendo una riqueza única, que en pocos países se encuentra. Allí la vid crece desde hace siglos, siendo la protagonista de vinos tan históricos como el Oporto o Madeira. Justamente estas son las zonas más prestigiosas del país, aunque no las únicas, y es que Portugal ya no es conocida tan solo por sus vinos fortificados. Bairrada, Dão y Vinho Verde, entre otras más, han demostrado tener la calidad y tipicidad suficiente para ser dignas de descubrir.  Acompáñanos en este viaje y descubre todos los secretos de sus vinos en Descubriendo Portugal…

Viñedos del Duero

El éxito y su posición como gran productor de vinos empezó con el comercio exterior, tras la alianza con Inglaterra forjada en 1386, con el tratado de Windsor. Así, Portugal se convirtió en el hogar de muchos comerciantes ingleses. Todavía a día de hoy, grandes bodegas del norte del país son de propiedad inglesa. Con la dictadura de Salazar, que duró hasta el año 1974, se promocionaron otros cultivos, con el propósito de ser autosuficientes, en detrimento de la vid. Posteriormente, con la entrada en la Unión Europea, nacieron las Denominaciones de Origen que actualmente ocupan el territorio portugués, desde la frontera con Galicia hasta el Algarve. 

Portugal ha sido conocida durante toda su historia por sus grandes vinos fortificados. Pero, un momento… ¿Qué es exactamente un vino fortificado? Son aquellos vinos que durante el proceso de fermentación o una vez finalizado, se le añade alcohol vínico para aumentar su graduación. 

Viñedos del duero

Uno de los más importantes del mundo

El Oporto es uno de los más importantes del mundo, y recibe el nombre de la ciudad costera homónima, aunque los viñedos crecen a las orillas del río Duero (Douro), a 100 kilómetros de ella. La personalidad del terroir hizo que en 1756 se convirtiera en una de las primeras regiones del mundo en ser reconocidas, gracias al Marqués de Pombal, que fundó la Companhia Geral da Agricultura dos Vinhos do Alto Douro y creó límites de producción y una normativa para preservar la calidad de los vinos. Las uvas crecen sobre suelos de esquisto de grandes pendientes, entre las que destacan las variedades Tinta Barroca, Tinta Roriz (Tempranillo), Tinta Cão, Touriga Nacional y Touriga Franca, entre muchas más. Aunque pueda parecer extraño, también hay uva blanca plantada en esta región, con el que se elaboran Oportos blancos. A pesar de ser el tinto el más importante, podemos encontrar su versión blanca y rosada, dos curiosidades que vale la pena probar.

El por qué del Oporto

Ahora que tenemos claro de dónde procede la uva, seguro que se os está ocurriendo la misma pregunta que a mí… ¿Por qué el nombre de este vino tan emblemático es el de la ciudad de Oporto? Pues muy fácil, ¿os acordáis que la fama de los vinos portugueses empezó con el comercio con Inglaterra? Los comerciantes llenaban los barcos, amarrados en Oporto, de barriles llenos de este vino. La tradición (que cada vez se sigue menos aunque, románticamente, nos duela) es la de transportar el vino por el río Duero hasta llegar a Vila Nova de Gaia (a la otra orilla de Oporto), donde envejece el vino en barricas de madera usada antes de estar listo para disfrutarlo. Actualmente, algunas bodegas prefieren realizarlo en sus propias instalaciones. 

El proceso único de elaboración

Una vez ya conocemos el viaje que realiza este vino histórico, desde sus viñedos hasta el lugar donde envejece, solo nos queda por saber cómo se elabora y sus estilos. Como bien sabéis, el Oporto es un vino fortificado, así que mientras está fermentando el mosto, se añade alcohol vínico para detener el proceso y conseguir una graduación más alta, preservando el dulzor, color y tanino (que le protegerá durante el envejecimiento).  Para conseguir este último elemento, los elaboradores tradicionales pisaban la uva a pie en grandes lagares. Actualmente esta práctica ha sido relegada por grandes máquinas que consiguen el mismo resultado en menor tiempo y esfuerzo, aunque muchas bodegas aún lo conservan. Hay algunas voces que afirman que el proceso manual es el de mayor calidad, ya que se consigue una extracción lenta y suave, pero total, de la parte colorante y el tanino.  

Aprendemos sobre la clasificación de sus etiquetas

Sus diversos estilos se encuentran clasificados en dos grandes ramas, los vinos de una sola cosecha y los elaborados con mezclas de varias cosechas.

Mezcla de cosechas:

-Ruby: uno de los estilos más jóvenes dentro de los Oportos. Envejece de 2 a 3 años en madera vieja, mostrando el lado más fresco de estos vinos históricos.

Tawny: se cría durante más tiempo que el Ruby, indicando en la botella los años de crianza (10, 20, 30 o 40 años).

La curiosidad es que los nombres de estos estilos nacen en el color de los vinos. El Ruby, por su color más granatoso, y el Tawny, con un tono tostado.

Diferencia de colores de los vinos

Una sola cosecha:

-Vintage: uno de los vinos más deseados. Es un vino embotellado sin filtrar tras el segundo año de la cosecha. Suelen envejecer muchos años en botella, es por eso que se recomienda decantar antes de su servicio. 

-Late Bottled Vintage (LBV): este vino fortificado ha sido embotellado entre los 4 y 6 años de su cosecha. Es un estilo más económico que el Vintage, pero tiene un punto a su favor, no hace falta esperar tanto como su hermano mayor para disfrutarlo.

Colheita: envejecido durante al menos 7 años en barricas viejas, que dotan al vino de aromas a frutos secos y torrefactos.

Ahora que eres un profesional de los vinos de Oporto, podrás disfrutar de ellos mucho más e indagar en todos sus secretos.

Viñedos de Madeira
Madeira era un archipiélago boscoso, lleno de árboles

¡En Madeira también se elaboran vinos! 

Los otros vinos fortificados que forman parte de la historia del vino de Portugal y del mundo son los apreciados vinos de Madeira. Esta isla se encuentra en el Océano Atlántico, a más de 800 kilómetros del punto más cercano de la Portugal continental. El nombre de la isla proviene de “Madera”, debido a que cuando llegaron los portugueses, en 1419, Madeira era un archipiélago boscoso, lleno de árboles. Todos ellos fueron quemados para tener tierras fértiles para cultivar, entre otras cosas, la viña, que con el suelo volcánico tan característico, adquiere las condiciones perfectas para su crecimiento. 

La isla que recogía a los comerciantes viajeros

Históricamente fue un punto de aprovisionamiento de los barcos que viajaban a las Américas o a otros lugares del mundo. Allí compraban vino para el consumo propio y para venderlo, aunque había barriles que llegaban de vuelta tras el viaje, con la sorpresa de que el vino había cambiado en gusto y aroma de forma positiva. Fue aquí cuando descubrieron que los cambios de temperatura y los movimientos de las embarcaciones, afectaba al vino aumentando su calidad, y se imitó este efecto con un sistema llamado “Estufagem”, que consiste en calentar el vino en grandes hornos. Actualmente, este es el sistema más utilizado.

Barricas Madeira

Una clasificación única

Los vinos de calidad en Madeira están clasificados por la variedad con la que se elabora, en una escala de dulzor. Con la variedad Sercial se elaboran todos los vinos fortificados secos. La Verdelho es utilizada para el estilo semi-seco. Los vinos más dulces y concentrados se elaboran con la Boal, y los más dulces de todos con la Malmsey (Malvasía). Así, los vinos de calidad de Madeira son clasificados bajo el nombre de la variedad utilizada, que a su vez define su estilo.

El mundo de los fortificados es maravilloso, y Portugal debe de estar muy orgullosa de tener dos de los mejores vinos del mundo dentro de su territorio. Es un lujo poder disfrutar de semejantes joyas vinícolas gracias a todo el mundo que día a día pone un granito de arena para mantener esta preciosa tradición.